domingo, 23 de noviembre de 2008

Viaje a Egipto (2ª parte)


Como nadie ha publicado un acuse de recibo de la entrada anterior, seguimos con nuestro viaje a Egipto a ver si alguien pica. De difuntos va hoy la cosa. Otra de las salas más concurridas del British Museum es la dedicada a las momias.

Que nadie piense que hay animalitos enmomiados dentro. Son un juego completo de vasos canopes, utilizados para preservar las vísceras. Cada una se encomendaba al cuidado de uno de los cuatro hijos de Horus: Amset, el de la cabeza humana (está detrás del halcón), guardaba el hígado; Hapi, el babuino, cuidaba de los pulmones; Kebehsenuf, el halcón, contenía los intestinos, y Duamutef, el chacal, vigilaba el estómago.
El corazón, donde los egipcios consideraban que residían los sentimientos y la conciencia, se dejaba en su sitio. En cambio el cerebro se extraía en trozos por la nariz y se desechaba.



El laborioso proceso de convertir un muertito en una momia podía ser simplificado para ajustarse al presupuesto de la familia. A este respecto nada se dice en el Museo Británico, donde sólo hay momias de gente importante. Sin embargo Heródoto describe en sus Historiae tres modalidades de embalsamación a disposición de los clientes en el siglo V a.C. (Si a alguien le interesa: http://www.egiptomania.com/mitologia/momificacion.htm apartado B)


Unos 4.000 años que tiene el colega. Consumido como una pasa, pero con el pelo y las uñas intactos. Si intento situar a este señor en el tiempo, hacerme una idea de dónde está en el mapa temporal que tengo en la cabeza, el sistema se me satura y sólo dice: ERROR, ERROR. Y ni te digo si trato de imaginarme que este ser estuvo vivo algún día, comía, hablaba y se reía. Mejor lo intento otro día.

1 comentario:

Unknown dijo...

Una entrada digna de Nieves Concostrina. De todas maneras estos señores no se diferenciaban mucho de nosotros. Yo me imagino perfectamente encontrármelo en la calle.
Carmen